
“La Danza de los Tapuyas” es un cuadro pintado por el holandés Albert Eckhout (1610–1665) que supone una enorme representación etnográfica y etnohistórica debido al potente simbolismo que supuso la pintura en el contexto del «otro» durante el siglo XVII. Los exploradores del mundo europeo no tenían otro método más preciso de mostrarles a las clases altas de sus sociedades lo que se encontraba al otro lado del mundo; así que se llevaban pintores profesionales a sus incursiones por los distintos continentes. Y ellos, desde la comodidad de sus ostentosos hogares, disponían de material inédito de los exploradores a los que favorecían su causa para alimentar su curiosidad sobre lo que consideraban un mundo exótico por descubrir.
Eckhout fue uno de estos pintores de exploración. Pretendió la difícil tarea de inmortalizar la realidad brasileña en un lienzo que reflejaba a los Tapuya o Tarairiu, que eran pertenecientes al gran grupo de los Je, una etnia mayoritaria en el Brasil oriental en el siglo XVII.
El cuadro permite con un simple vistazo reflejar elementos étnicos como algunos roles de género, tecnología, postura bélica y otros símbolos representados a través del cuerpo; el entorno y la forma de vida mediante una foto fija de un contexto absolutamente novedoso para los europeos por aquella época; un contexto observado con ímpetu por los ojos de los occidentales que difícilmente podrían comprender su realidad sin caer en el etnocentrismo.
¿Se puede conocer a todo un grupo a través de un cuadro?, ¿los europeos pudieron profundizar en la realidad brasileña echando un vistazo a “La Danza de los Tapuyas»?
No se puede conocer a un grupo por una foto. ¿Se puede conocer a los vascos a través de una foto de un grupo de ancianos echando unos chatos en una tasca?
Sin embargo, en un contexto con pretensiones predominantemente colonizadoras, el método pictórico era suficiente para transmitir algunas claves de las formas de convivencia que se escondían detrás de una pintura como la que aquí nos atañe. Por ejemplo, para justificar la creencia de superioridad moral, tecnológica o grupal, sin un atisbo todavía de relativismo cultural; información relevante para tomar decisiones políticas.
Aparentemente muestra a un grupo de personas danzando, así de sencillo. Sin embargo, la pintura es portadora de conocimiento en multitud de aspectos: como el género, donde se aprecian roles diferentes para ambos sexos por ejemplo en la relación con el uso de las armas. Pese a que en principio se muestran tan solo diferencias respecto a la danza que están realizando, también permite el atrevimiento de extrapolar comportamientos diferenciados por sexo en otros ámbitos de la vida social; de eso se trataba el juego del conocimiento estereotipado.
Otras apreciaciones importantes fueron las que transmiten las lanzas que portan los indígenas, un detalle muy relevante que seguro no dejaron escapar aquellos interesados observadores cuyas pretensiones se tornaron más belicosas a partir de aquella determinante información. ¿De qué servirían las lanzas contra las avanzadas armas europeas? Los brasileños podrían servir a la voluntad de los occidentales si éstos se lo propusieran.
Más información pictórica fueron otros aspectos del entorno, la fauna: donde aparece un representativo armadillo y unas plumas con las que se decoran, que pertenecerían a alguna gran ave multicolor. La flora en un medio selvático con sus palmeras y sus árboles frutales. Además, la pintura incitó a pensar en un modo de vida «salvaje», donde los hombres muestran todo su cuerpo y sólo las mujeres tapan sus genitales; descalzos, en comunión con la naturaleza, cercanos a los animales, por lo que se intuyó un modo de vida rudimentario, sin acceso a una tecnología avanzada, cuyos poblados estarían construidos de las formas más elementales, su comida poco elaborada y procesada. Los hijos pasearían a sus anchas sin apenas responsabilidades académicas, los adultos se dedicarían a conseguir alimentos directamente de la naturaleza, trabajarían para ellos mismos y, ¿”en qué dios creerán”? se preguntarían, ¿”cómo organizarán su sociedad”?, “necesitaremos más pinturas para obtener un mayor conocimiento…” sopesarían.
Por lo tanto, no se puede conocer a un grupo a través de un cuadro, pero sí que se puede extraer información estratégicamente relevante para la economía, la curiosidad, el conocimiento, la política o la posición militar de aquella época.
Cabe preguntarse también el porqué de esa necesidad de conocimiento por parte de los holandeses, cuál era el sentido de realizar este tipo de pinturas en aquel contexto histórico por parte de Albert Eckhout, ¿qué era lo que buscaban?
Gracias al tratado de Tordesillas (1494), compromiso suscrito en Tordesillas que España realizó con Portugal, localidad que en la actualidad se encuentra en la provincia de Valladolid, se trazó una línea que delimitó el territorio de la américa del sur explorada por aquel entonces. De esta forma se estableció un acuerdo donde se dividió el territorio americano con el propósito de que ambos países sacasen partido del continente y además así evitar un posible conflicto de intereses entre estos dos estados adyacentes. El compromiso consistía en repartir las zonas de conquista y navegación en el océano Atlántico y en el considerado «nuevo mundo», donde cada cual podría realizar sus misiones de colonización con total autonomía.
Y así se desarrollaron los acontecimientos hasta que los holandeses decidieron comenzar a realizar expediciones a las Antillas y a algunas zonas de Brasil, sobre todo con propósitos comerciales y con la previsión de desarrollar una nueva economía de abastecimiento de productos tropicales. Por lo que los conflictos con los portugueses no tardaron en llegar en materia de lucha por las colonias.
Comenzaron a enviar comerciantes y científicos que pudiesen explorar y sacar conclusiones sobre su nuevo continente, y sobre el beneficio económico que pudieran obtener para su país a través de la importación de productos tropicales y el comercio de los mismos. Para realizar sus sondeos, recopilaron cuanta información pudieron, que fue interpretada, entre otros, a través de personajes tan representativos como Albert Eckhout, que se centró en mayor medida en trasladar los diferentes grupos humanos, la fauna y la flora en sus cuadros, y Frans Post, el considerado como primer europeo en pintar los paisajes de diferentes zonas de Sudamérica, como Pernambuco y Brasil en cuadros elaborados antes de mediados del siglo XVII. Ambos se pusieron al servicio del conde Juan Mauricio de Nassau-Siegen, cuya participación en las Compañías Holandesas de las Indias Occidentales le llevó a obtener funciones como administrador en la colonia holandesa de Pernambuco.
Las pretensiones de los holandeses en América no fueron demasiado duraderas, dado que entre los ingleses y los portugueses consiguieron suprimir sus avances y truncar los planes de establecer colonias permanentes basadas en un sistema de plantaciones que requería de una movilización de esclavos masiva, con los que también tuvieron problemas y revueltas. Se establecieron en algunas colonias españolas en las Antillas, también en américa del norte, donde fundaron Nueva Amsterdam en 1625, la actual Nueva York, además de en algunos lugares de la zona del Brasil oriental. Aportaron un ritmo y un modelo de producción y de economía de plantación detentado en zonas caribeñas, ejemplificado en Barbados donde se desarrolló una economía política conocida como las Sugar Island, que enseguida se expandió a lo largo de las Antillas.
En resumidas cuentas y como conclusión, el trabajo que estos pintores y artistas tenían entre manos no era el mero desempeño de las funciones de su profesión. El trabajo tanto de Albert Eckhout como de Frans Post, como el de otros artistas europeos no albergaba un contenido tan relativamente sencillo como los retratos de unos paisajes o unos indígenas, sino que comenzaron a trabajar sobre contenidos y métodos de etnógrafo, percibiendo, interpretando, comparando y desarrollando sus conocimientos para transportarlos de la mejor manera posible a través de una serie de cuadros que pretendían explicar el trasfondo de lo que para ellos era un mundo nuevo por conocer. Fueron artistas de exploración y utilizaron métodos etnográficos para representar aspectos sociales y culturales.
Estas obras de arte permitieron sacar multitud de conclusiones entre los numerosos interesados europeos sobre el contexto en el que se desenvolvían unos grupos de personas que tenían modos de vida que difícilmente se podrían explicar tan solo con palabras a aquellos que se encontraban a miles de kilómetros, pero que a su vez deseaban presenciarlo a unos pocos centímetros.
Por Actividad Antropológica.
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