UNA NUEVA HERRAMIENTA QUE FORTALECE A LA ANTROPOLOGÍA Y LA INVESTIGACIÓN ETNOGRÁFICA

Se trata de una grabadora.
Sí, una simple —pero sorprendentemente útil— grabadora moderna.

Antes de contar sus virtudes, quiero hacer unos breves comentarios sobre el universo de la grabación, porque este artilugio puede resultar especialmente provechoso tanto para estudiantes de Antropología y Ciencias Sociales como para investigadores en activo.

La etnografía es el método de investigación característico de la Antropología. Busca comprender y describir fragmentos de la vida humana en contextos específicos, a través de la observación directa y la participación en la vida cotidiana de las personas. Para ello, la grabadora se vuelve un instrumento indispensable: permite registrar entrevistas, conversaciones, ambientes sonoros, ritmos urbanos y fragmentos de acción social que complementan la observación participante. En metodologías como la entrevista etnohistórica, es literalmente la herramienta, pues permite reconstruir contextos socioculturales pasados a través de los discursos de los entrevistados, convirtiendo sus palabras en material histórico y analítico.

Ahora bien, vayamos al meollo del asunto:
¿qué pasa con este condenado aparato?

En mi experiencia, es tan necesario como odioso.
No hace falta gastar una fortuna para tener una grabadora funcional, pero las más baratas (esas de 40 a 70 euros que suelen usar los estudiantes) suelen ser auténticas reliquias del infierno. Y si son de batería recargable, peor aún.

Imagina que estás en plena investigación, en medio de un contexto recóndito, y de pronto se apaga por falta de batería. Adiós entrevista, adiós datos, adiós humanidad. Y cuando por fin terminas tu trabajo de campo, la dejas meses guardada y, cuando la necesitas otra vez, la batería ya está muerta o apenas dura unos minutos.

Tras varias frustraciones, el vendedor de una tienda de electrónica me dio el mejor consejo posible:

“Las grabadoras de bolsillo con batería son un retroceso tecnológico”.

Desde entonces, uso una Sony de unos 90 euros a pilas, y puedo decir que ha grabado incontables horas durante años. Cuando se acaban las pilas, las cambias y sigues grabando. En diez segundos tienes de nuevo veinte horas de autonomía.


El verdadero infierno: la transcripción

Pero el mayor problema no ha sido nunca la grabadora, sino la transcripción literal.
Horas y horas de entrevistas que deben pasarse palabra por palabra, sin perder matices. En mi caso, se convierte en una tarea agotadora, casi angustiante. La procrastino, me pongo excusas, acumulo material pendiente. Y sin embargo, en investigación cada palabra cuenta: una inflexión, una expresión coloquial o un silencio pueden abrir nuevas vías de interpretación.

El problema es que 100 horas de entrevistas pueden convertirse fácilmente en 300 de transcripción.
He probado de todo: escribir al ritmo máximo posible, usar programas como Dragon NaturallySpeaking —un software que aprende tu voz y transcribe con bastante fidelidad—, e incluso dictar los audios por voz. Pero, sinceramente, todo ha sido un infierno.


El hallazgo: la grabadora PLAUD Note con IA

Y aquí entra en escena el milagro tecnológico:
la Grabadora de Voz PLAUD Note con Inteligencia Artificial.

Me la recomendó el marido arqueólogo de una amiga, y, aunque aún no la he exprimido al máximo, ya puedo decir que promete revolucionar mi manera de trabajar. No solo ahorra tiempo, sino que reduce el tedio de las transcripciones hasta niveles impensables.

Si este aparato solo me ofreciera aliviar ese suplicio, ya tendría mi dinero asegurado.
Pero si además reduce por cuatro el tiempo necesario para generar el mismo material, solo puedo decir:

¡Shut up and take my money!


Funciones principales

  • Transcripción automática: convierte el audio en texto en tiempo real, eliminando la necesidad de transcribir manualmente.
  • Multilingüismo: reconoce hasta 112 idiomas, ideal para contextos multiculturales y plurilingües.
  • Resúmenes automáticos: puede generar resúmenes y palabras clave (keywords) de las grabaciones.
  • 64 GB de almacenamiento: suficiente para largas sesiones sin preocuparse por el espacio.
  • Aplicación de control: permite gestionar y organizar grabaciones fácilmente desde el móvil.

En definitiva, una herramienta que acelera, organiza y simplifica el trabajo etnográfico.


Consideraciones

La transcripción es tan buena como lo sea la calidad del audio.
Si grabas a 45 metros de una demolición mientras un borracho vomita y hay una pelea de navajas cerca, no esperes milagros. Pero en condiciones normales, la precisión es sorprendente.

Eso sí, sigue siendo necesario revisar el texto final, sobre todo cuando se trabaja con datos etnográficos sensibles o cuando hay acentos y modismos particulares.

La IA no sustituye la mirada del investigador, pero reduce radicalmente el tiempo y la fatiga que implican los procesos de documentación y análisis.


En definitiva

Esta grabadora y el avance tecnológico que representa juegan muy a favor de las Ciencias Sociales.
En mi caso, ha devuelto entusiasmo a una parte del trabajo que antes asociaba con el tedio y el aislamiento. Ya no paso horas eternas en un zulo maloliente, con restos de comida en el pijama y los dedos pidiendo clemencia.

Os dejo el enlace de la grabadora.

De nada.


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