ANTROPÓLOGOS EN EL CINE 2

¡Pues aquí está! La segunda entrega de «Antropólogos en el Cine» justo un año después de la primera parte. Espero que esto se convierta en una saga.

En primer lugar, agradecer a todas las personas que me han enviado referencias de películas tanto por correo electrónico como por los comentarios. Algunas las he podido introducir, otras me ha sido imposible conseguirlas ni siquiera en el todopoderoso internet. Creo que se nota mucho que el rol del antropólogo estaba más claro hace 50 años en determinadas sociedades, incluso en España tuvo un papel relevante en una etapa Franquista, pre y durante, más dada a la genética, a la antropología biológica, con ciertas semejanzas al contexto nazi donde numerosos antropólogos estaban al servicio de la ideología dominante. La mayor parte de las películas donde he visto representaciones del antropólogo, y en este caso también de la antropóloga, son bastante viejunas.

Recordemos que venimos de aquí: https://actividadantropologica.com/2021/04/03/antropologos-en-el-cine/

Como me flipó la visualización de estas películas y escribir la entrada bloguera prestándole atención a algunas características de todas ellas, voy a hacer exactamente lo mismo: observar elementos estéticos de los antropólogos/as, los objetivos que tienen en la película (su misión), y las entidades financiadoras. Es algo así como la observación de la Antropología Aplicada en las representaciones cinematográficas.

No crean que la línea de trabajo de estos magníficos héroes de la anterior entrega de «Antropólogos en el Cine» ha variado mucho: seguiremos encontrando entre WTF y WTF aventureros, exploradores, comportamientos heroicos, descubridores de «culturas» perdidas, ambiciosos profesores de universidad que quieren inmortalizar su nombre a través de sus hallazgos… y todo ello en una increíble atmósfera que pivota entre el tufillo a serie b y las pretensiones intelectuales. Madre mía, vete metiendo las palomitas en el microondas.

EL ESLABÓN SANGRIENTO, 2007

Voy a empezar con toda magia del universo de la Serie B. De verdad que cada vez me gusta más este género de cine, al menos es un cine sincero. El Eslabón Sangriento o Blood Monkey.

Qué decir de El Eslabón Sangriento. Te puede hacer explotar la cabeza por distintos hemisferios al mismo tiempo. Combina tantas cosas increíbles en tan poco tiempo, que me ha mantenido al límite entre el ictus y los viajes extrasensoriales durante poco más de hora y media. De verdad que la he disfrutado mucho y me he reído infinito.

Un profesor de Antropología se va a tomar por saco con un equipo de especialistas al disponer de indicios de la existencia de una nueva especie de homínido. Con el tiempo (no quiero hacer demasiado spoiler por si algún insensato se aventura a verla) tiene que recurrir a una nueva cuadrilla de ayudantes, en su mayoría estudiantes de Antropología que también se tienen que desplazar a las profundidades de la selva para tener el privilegio de hacer trabajo de campo con el ambicioso profesor.

Uno de estos estudiantes rompe en seguida el estereotipo del antropólogo, ¿Grek? o algo así se llama. Su primer comentario no te deja indiferente: «Me gustan los homínidos, pero mucho más los homo sapiens con las tetas grandes». En un instante te convierte la película en American Pie y la búsqueda de oportunidades de hacer un completo: formar parte de una expedición a la selva, descubrir una nueva especie de homínido y mojar su adolescente churro.

A todo esto, los indicios de una nueva especie de homínido, que además es supuestamente más inteligente porque el profesor considera después de encontrar un cráneo con más de 1200 cm3 de capacidad que, a mayor tamaño, mayor inteligencia… y a correr XD. Lo llama la «inteligencia evolutiva», obviando por ejemplo y una vez más el coeficiente de encefalización como un instrumento para medir la inteligencia basándose en el tamaño del cerebro en relación con el resto del cuerpo y un algoritmo para establecer las relatividades.

Encontramos entonces a un profesor obsesionado con la gloria de los descubrimientos, a cualquier precio. Está financiado por lo tanto por la universidad en la que se encuentra adjunto, y su objetivo es ir hasta el final para conseguir ser el primer descubridor de «¿el eslabón perdido?».

Por cierto, en cuanto a las características estéticas, pues ya veis la portada, pero por si acaso… le voy a dar mi primer «pardoaprobado». Recordemos que, al parecer, para el cine, el pardo es el color de la Antropología XD.


CANÍBAL FEROZ, 1981

Cómo no en esta entrega de «Antropólogos en el Cine» no iban a faltar los caníbales y el gore. Ojo cuidado a las personas sensibles porque a veces se pone un poco desagradable el asunto y, además, al igual que en Holocausto Caníbal, creo que aquí también matan a animales en la realidad; o es eso o los efectos son muy creíbles. En fin, estamos en los 80. Pese a estas cuestiones delicadas, la película me ha parecido divertidísima. Entre WTF y WTF, de vez en cuando se cuela algún OMG, sobre todo a nivel interpretativo.

Una antropóloga junto con su hermano y una amiga se adentran en la Colombia amazónica para contrastar la hipótesis de su teoría.

El caso es que está realizando su tesis doctoral sobre caníbales. Considera que el canibalismo ni existe ni ha existido jamás en la historia. Es un invento del colonialismo racista para justificar la violencia de los blancos hacia los indígenas. El canibalismo solo formaría parte del imaginario colectivo y la ficción.

A partir de ahí, realiza trabajo de campo financiado por la universidad en busca de grupos aislados, siguiendo la pista de algunos datos históricos que señalan la pauta caníbal por aquellos lares. De modo que considera que si localiza a esos grupos y no responden a la pauta caníbal, será que la pauta caníbal no existe NI HA EXISTIDO JAMÁS. Un poco WTF ésta correlación, ¿no? Éstas son sus principales motivaciones y objetivos.

La puesta en escena de los propósitos antropológicos ya desde el inicio me pareció muy interesante, muy Malinowskiana: la exploración de lo desconocido sin más ayuda que una mochila con unas pocas cosas necesarias, en un contexto misterioso, con gentes extrañas, rodeadas de incertidumbre y deseosas de exploración y descubrimiento. Lo que si que me desconcertó un poco es que entre sus enseres no podían faltar media docena de botellas de Whisky. Me dejaba con el culo torcido cada vez que se metían un chupito después de 5 horas caminando, a 45 grados a la sombra, sudorosos a más no poder. Pues nada, ¿os apetece un whisky?

En una ocasión, en la que se encuentran a un tipo jodidísimo, ensangrentado y al borde de la muerte; es curioso que en un momento cuando ya no aguanta más, se desmaya. La reacción de esta gente, por su puesto era de esperar. Literalmente:

-¡Se ha desmayado!

-¿Le damos un Whisky?

jajaja, con el whisky la hidratación está asegurada. Y eso que también, de cuando en cuando, alguna clenchita de coca también se metían los cabrones XD. Para que no decaiga la cosa.

En fin, una maravilla. En serio que estas películas me alegran la tarde. No responden a ninguna fórmula aparente, las reacciones son impredecibles, en ningún caso responden al patrón de cine enlatado de este siglo. Incluso aparecen multitud de cosas más que cuestionables desde la moral occidental predominante.

En términos estéticos y arquetípicos.

Tanto en trabajo de campo como en el contexto académico. Un dos X uno en esta ocasión.

THE RELIC (1997)

Del productor de «Aliens» y del creador de los efectos especiales de «Parque Jurásico» jajja. Le ha faltado indicar que también es del sobrino del director de Indiana Jones, o de la compañera de habitación de la universidad de Sigourney Weaver.

Bueno, otra película que he disfrutado. El contexto es museístico, otro clásico financiador de antropólogos. En este caso hay un departamento en el que curran una persona ya un poco mayorceta, y el otro colega con más energía al que envían a hacer trabajo de campo en busca de cultura material mitológica con la que rellenar las exposiciones en el museo con las que se financian los proyectos.

Los antropólogos no son los protas, pero tienen bastante peso en el asunto. La protagonista es una bióloga evolucionista que, además, maldita sea, atenta contra el rigor de mi disciplina nada más llegar. Además, es que, por qué no, voy a meter literalmente su falta de decoro:

– ¿Por qué se financian las expediciones de John Witney? Las supersticiones son una cosa, la Ciencia otra.

Los antropólogos pueden creer en los mitos, es parte de su encanto.

Este es el momento exacto del duelo de disciplinas:

Menos mal que esa señora tan entrañable le pone las cosas claritas.

En efecto, los mitos existen, ¿por qué no van a ser observados y comprendidos a través del relativismo cultural, desde el cuál poder «traducir» sus significados? ¿No requiere acaso de un comportamiento científico cuando se realiza desde teorías y metodologías sistemáticas profesionales como la investigación etnográfica? Nos quiere comer la tostada esta señora.

Pues por un lado hemos visto al antropólogo de sillón, y aquí tenemos al que hace trabajo de campo. No es por nada pero:


LA SERPIENTE Y EL ARCOIRIS, 1988

Wes Craven, Wescraveando.

En realidad no está del todo mal traído aquí al antropólogo de turno, al menos le dan un poco más de profundidad de la habitual a sus objetivos.

En este caso envían a un antropólogo de Harvard a Haití para investigar unos polvos relacionados con el vudú que podrían tener un gran valor para la medicina occidental, porque consigue nada más y nada menos que resucitar a personas que habían fallecido con evidentes pruebas observables. Los llaman Zombis por aquellos rincones.

Esta relación entre la vida y la muerte ya se ha investigado por algunos exploradores y aventureros que han proporcionado su información en numerosos medios. Zombis que, una vez enterrados, se despiertan y tratan de salir de sus ataúdes con diferentes resultados. Se han llegado hasta a entrevistar a algunos de estos supuestos zombis.

En esta película tratan ese contexto con cierta crudeza y leves pinceladas de gore bastante propias de Wes Craven.

Pese a los escepticismos de algunos científicos de la industria médica, el antropólogo se ve inmerso en su trabajo de campo en una Haití que rezuma crueldad y hostilidad en cada esquina. La inmersión en un contexto de magia negra y caciques tiranos si que está bastante lograda a mi parecer.

Es curioso que el antropólogo, relacionado y financiado tanto por la universidad como por la industria farmacéutica, busca respuestas científicas ante una frenética población sugestionada, tiene un objetivo material como si se tratase del arca perdida o del cáliz de fuego; no investiga sucesos ni procesos, sino que se desenvuelve entre los mismos sin anotar ni una sola entrada en la principal herramienta del antropólogo: el diario de campo. A ver, que entiendo que no vas a hacer una película donde cada vez que el investigador tenga alguna observación interesante se vaya corriendo a su portátil antes de que deje de estar fresca, pero vaya, me había hecho alguna expectativa con este tipo.

Por otro lado, adivinen. Parece que en todas las películas donde aparecen antropólogos han utilizado el mismo filtro. Supera con creces cualquier obligación cinematográfica y control de calidad del Pardo. ¿Debería existir el género «Pardo» en el cine? Yo sé que Netflix tiene algún antropólogo o antropóloga entre sus filas. Corren los rumores de que han conseguido especificar muy bien algunos géneros cinematográficos que salen de los comunes para adaptarse como un guante a sus comeseries. ¿Qué quieres ver hoy? -Pues una «de tiros»-. Netflix provee «tiros» dentro de sus algoritmos. -Pues una oscura y que se cueza a fuego lento- Netflix te da dos docenas que encajan ahí. Netflix te conoce mejor que tus amigos, porque conoce lo que haces en la intimidad. Aquí está el género «Pardo», Netflix, ya estáis tardando en introducirlo.


GORILAS EN LA NIEBLA, 1988

Mi amiga Sigourney interpreta a Dian Fossey. Es una historia basada en hechos reales.

Pese a que Dian Fossey parte de una especialización en terapia ocupacional, al final, tras dedicar la vida al comportamiento de una especie de gorilas entre el Congo y Ruanda, se convierte por méritos propios en una antropóloga primatóloga activista por los derechos de los gorilas, más o menos discípulo de Louis Leakey, al que convence tras sus insistentes cartas de trabajar para este reconocido antropólogo y paleoantropólogo y para su Fundación Leakey.

Leakey, le acaba financiado el establecimiento de un campamento en las cercanías, aunque al principio casi se lo puso por pesada, sin tener una gran expectativa sobre su posibilidades.

No obstante, la buena de Sigourney es una máquina, y se sabe mover por el campo a la perfección. Tiene los ovarios de adamantium, es muy persuasiva y persistente, parece tener su objetivo con la comprensión del comportamiento gorila grabado a fuego, hasta que llega a impresionar tanto a Leakey como a la National Geographic. Ambas son sus entidades financiadoras a lo largo del tiempo. Y además esto cobra sentido porque de pasar a tener objetivos más primatológicos, pasa al activismo y a la protección de los gorilas, y ya con ese viraje de la investigación inicial, los fondos también van cambiando de manos.

Fossey se hace en seguida con un guía/ayudante nativo, que al final le sirve fielmente para casi todo. Es muy curiosa la actitud de este sujeto jeje. Cuando Fossey va a escoger a un guía para ir en busca de los gorilas, reúne a unos cuantos en un poblado cercano.

El colega da un pie hacia adelante al ser el único que chapurrea un poco de inglés, y lo primero que hace es venderle sus buenas cualidades, sin perder la oportunidad de poner a los demás finos. Como ninguno le entiende, les tacha de vagos y poco profesionales.

Vamos, un trepa de toda la vida XD. Es solo un apunte sin más, porque en la película pasa desapercibido totalmente este trepa. Luego es un fiera, eso sí.

En fin, se enfrentan a todos los desafíos habidos y por haber, al contexto de guerrillas de la zona a los que además no les caen nada bien. A un pequeño grupo local que hace cacerías de gorilas para cortarles los brazos y venderlos en los mercados, la cabeza para vendérselas a mercaderes, a sujetos de la clase alta para enmarcar en sus habitaciones forradas de madera, de entre otros usos. Fossey tiene que realizar también una tarea antropológica, más propia de la Antropología Social y Cultural, a la hora de comprender el conocimiento local, aunque más bien para conocer las debilidades de estos y utilizarlas para asustarles, convirtiéndose por momentos en una bruja de cabello rojo para espantarlos de las zonas de gorilas.

Gran película. Se lleva también un buen pardoaprobado.


LOS ÚLTIMOS GUERREROS, 1995

Aquí tenemos a un cazador/rastreador experto en montaña el cual es contratado para perseguir y capturar a unos prófugos por el Sheriff del condado. En su primera incursión, presencia la misteriosa muerte de los mismos, de los que encuentra algunos rastros de sangre, huellas de caballos, una flecha y poco más. No entiende bien lo que ha podido pasar, así que retorna al poblado para intentar explicar lo sucedido.

Allí conoce a una antropóloga que estaba en una especie de excavación para obtener cultura material. Tal vez se me escapó, pero no detecté bien la entidad financiadora de su trabajo. ¿Tal vez un museo?, ¿la universidad?

El caso es que el rastreador le enseña la flecha, que la antropóloga descarta inicialmente haciéndola pasar por un imitación común vendida en cualquier feria. La otra opción es que fuera de un grupo totalmente extinto en las guerras coloniales, los Guerreros Perro Cheyene, lo que considera inconcebible al no haber evidencias de la supervivencia del último grupo de guerreros perro desde hacía décadas.

No obstante el rastreador se muestra muy insistente y persuasivo, además sus encantos y los de la antropóloga se conectan espaciotemporalmente de manera misteriosa y cósmica ya que en el cine estas cosas entre protagonistas no suelen ocurrir.

Efectivamente la profesional le empieza a tomar más en serio y, con su ayuda, comienzan a descubrir indicios de lo que pueden ser los últimos Guerreros Perro Cheyene. Un claro ejemplo del uso aplicado de los conocimientos sobre cultura material característicos de la disciplina, sobre todo de aquella época. Entre los conocimientos antropológicos y los del rastreador pues, imaginaros lo que sucede. También, como en la anterior película, la antropología que, supuestamente tiene una función explicativa de los sucesos sociales y culturales, acaba virando hacia otros derroteros con el activismo. La Antropología suele estar posicionada con los Derechos Humanos una vez que se reconciliaron ambas instituciones, pero el activismo desde la Antropología no es un posicionamiento específico ni «obligatorio».


Por último, voy a hacer una breve mención a «Blue Jasmine, 2013». La prota es antropóloga, aunque no hace, al menos aparentemente ningún uso aplicado de los conocimientos de la disciplina y tampoco tiene demasiado que ver en la película. Si que es cierto que, me parece muy curioso que siendo antropóloga tenga la personalidad o el comportamiento que tiene el personaje, que es principalmente clasista y nada relativista, aunque también es cierto que adoptó la disciplina prácticamente como un pasatiempos.

Woddy Allen hace una representación de esa categoría tan recurrente en el cine de «mujer florero». Una persona acomodada a los lujos que le proporciona su marido en una etapa de su vida, pero que sin embargo, se tiene que enfrentar a sus nefastas circunstancias y a la búsqueda de un trabajo, lo que, cuando lo consigue y experimenta, le hace volver a una nueva búsqueda de las comodidades de la riqueza y el poder.

Generalmente los personajes arquetípicos que responden a esta categoría, complementan su privilegiado estilo de vida y la ausencia de responsabilidades abrazando alguna forma de arte, pintura, teatro, etc. Aunque he de decir que Allen ha integrado perfectamente a la Antropología como un complemento ocioso, lo que claramente existe en la realidad, eso de estudiar Antropología por una cuestión de «desarrollo personal» sin pretensiones laborales. No soy muy amigui de Allen pero es cierto que en este tipo de matices se sale.

Por otro lado, Cate Blanchett es pura magia en esta película. Toda mi admiración. Y gracias a la compañera que me la recomendó en los comentarios, es un peliculote.


Pues hasta aquí. Al igual que en la anterior entrega, agradecería mucho que dejaseis en los comentarios más películas donde aparecen antropólogos y antropólogas, aunque me temo que en breve andaremos rascando en el fondo del barril. No abundan por lo que he visto, al menos en el cine contemporáneo, y hay algunas que tengo anotadas que son prácticamente ilocalizables. Aunque en realidad estoy totalmente convencido de que, en las profundidades de la Serie B se puede hallar la solución para lo que pretende ser una saga en esta página, ahí es donde está el grosso del asunto. También es cierto que «Serie B» y años 70-80-90 es una combinación únicamente para valientes, o inconscientes, pero es ahí donde reside la magia de este curioso arquetipo de la antropóloga y el antropólogo en el cine. En realidad en la Serie B está toda la verdad al respecto. La Serie B sobre arquetipos nunca miente.

6 respuestas a “ANTROPÓLOGOS EN EL CINE 2

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  1. Fantástico post, me ha encantado.
    Anota «Las dos caras de Julia». Ahí aparece un antropólogo que trabaja con el ocultismo o algo así.
    Es una peli muy vieja pero encaja perfectamente con esta línea de la Serie B, con la que coincido. La Serie B es un pozo sin fondo que siempre sorprende.

    Saludos.

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  2. «Archivo 81», buenísima. Una antropóloga que utiliza las historias de vida para reproducir el contexto de un hotel donde suceden multitud de cosas misteriosas. Merece mucho la pena.
    Saludos.

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