Los jóvenes que son expulsados de la escuela por conductas disruptivas, habitualmente tienen o han tenido sucesos en los entornos domésticos y familiares que influyen negativamente en el rendimiento escolar: divorcios, violencia, modificaciones trascendentales en las estructuras familiares como atravesar un proceso migratorio, escaso tiempo para la educación y la supervisión dirigida a los aspectos académicos, formas educativas excesivamente autoritarias, etc.
Todo esto se traduce en estrés en los adolescentes, que influye en los rendimientos cognitivos.
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