Las jóvenes cholitas y el skate es un ejemplo.
En un artículo de José Bengoa señalaba cómo los indígenas han viajado a las ciudades incorporando sus nuevas reglas y elementos culturales a los nuevos modelos de ciudadanía. Desde ese nuevo espacio cultural urbano, reinterpretan las viejas culturas comunitarias rurales. Esta es la base de la comprensión del fenómeno étnico moderno: la emergencia de los movimientos indigenistas latinoamericanos reclaman autoridad política y su sitio en las identidades ciudadanas «modernas».
Es decir, que las viejas formas culturales se reinterpretan en las ciudades. Claro, pero aquí hay que tener en cuenta que las profesiones, códigos y costumbres de la ciudad, son modificadas por éstas nuevas incorporaciones culturales que a su vez también son transformadas por las costumbres de la ciudad. Ésta es la esencia de la reinterpretación cultural, que se retroalimentan reglas en un espacio pluricultural. Años atrás los indígenas se escondían en las ciudades y hoy emergen y manifiestan orgullo por su condición de indígena en diferentes espacios geográficos.
Es una «segunda fase» de los movimientos indigenistas, la construcción de nuevas ciudadanías reinterpretando las etnicidades y pasando por un proceso de descolonización que asume que el indigenismo debe tener el control de mecanismos de poder. De mantenerse en un falso y poco eficiente concepto de autonomía, a asumir que si son mayoría en determinadas localidades deberían tener el control efectivo de los instrumentos del Estado.
En este caso Bolivia ha mostrado un camino para esta nueva fase del poder indígena. En 2008 el 67% de la población apoyó a Evo Morales para estos propósitos. De manera que no tendría sentido que siguiesen apartados en comunidades cuando son mayorías en muchos casos, con un acceso por democracia a los instrumentos del Estado por encima de los colonialismos.
«La comprensión del fenómeno étnico moderno pasa por la reinterpretación urbana de las culturas»
José Bengoa
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