Mi análisis está tras el salto de este breve vídeo de 1 minuto donde Escohotado expone su reflexión sobre la vinculación entre la educación y la riqueza.
Quería comentar brevemente estos conceptos de riqueza y educación del señor Escohotado desde un punto de vista antropológico. Me ha parecido interesante, porque es un concepto muy extendido desde el “altavoz”.
En primer lugar, decir que lo más probable es que Escohotado haya realizado una “adaptación” de este concepto al contexto en el que se encuentra. Seguramente pueda ampliarlo notablemente con otros datos y reflexiones. De modo que aquí no es importante la persona que expone el concepto, eso es irrelevante, lo trascendental es el análisis desde la antropología de la educación de este caso de universalización de lo particular.
“Un país es rico porque tiene educación” comenta. Entiendo que aquí pretende introducir algún elemento filosófico sin mayor precisión; al igual que añade contenido metafórico y metonímico a su reflexión. Esto lo podemos obviar también.
El sopesquete del asunto que le atañe a la antropología es llevar la teoría al “campo”, conectarla con una realidad observable en base a la producción de datos empíricos. Tal vez es una de las diferencias que tiene la antropología respecto a la filosofía. Aunque yo he estudiado antropología en la facultad de filosofía, comprendo que en muchos aspectos no tienen nada que ver.
Respecto a “aterrizar” la reflexión en la realidad observable, poco o nada de preciso tiene. Abundando en conceptos como “el pueblo” o “la sociedad” se pueden construir cuantos estereotipos se desee entre procesos cognitivos más centrados en la imaginación. La idiosincrasia de una comunidad en la que no conoces ni al 20% de los individuos ya es imaginada; ni contar entonces cuánto de imaginación se requiere para dar forma al concepto de pueblo y de sociedad.
Tengamos en cuenta aquí que, por ejemplo, según Eugenia Ramírez Goicoechea [1] la sociedad es una serie de relaciones entre un conjunto de personas determinado. La sociedad no serían las personas, sino las relaciones que mantienen entre sí. Un número de relaciones sincrónicas y diacrónicas imposibles de abarcar por un ser humano para conformar su idiosincrasia de manera precisa.
De modo que, “un país es rico porque tiene educación” eleva la categoría de “país” a un proceso de homogeneización que no responde a la realidad diversa de lo observable en cada recoveco de un espacio geográfico determinado.
Estoy de acuerdo con que el término “riqueza” es relativo, sin embargo, es relativo a múltiples maneras de entenderlo dentro de la misma sociedad, no es abarcable por un solo concepto reflexivo. La riqueza es relativa a cada grupo, comunidad, e incluso a nivel individual. De modo que dentro de una hipotética sociedad española donde el concepto de educación de Escohotado funcionase a la perfección, seguirían existiendo multitud de personas que consideran que su sociedad está sumida en la pobreza, e incluso multitud de personas pobres, porque los protocolos o modales satisfactorios para este hombre pueden ser insatisfactorios para otras personas.
Este concepto de educación asociado a la riqueza no contempla que el comportamiento protocolario que a él le genera seguridad, confianza y satisfacción no necesariamente elimina la desigualdad o la pobreza, ni garantiza la riqueza en ninguna de sus formas; ya que estos resultados se deben a procesos económicos, políticos, socioculturales, etc. transnacionales en la actualidad española en muchas dimensiones a los que poco le importan que cedamos el sitio, pidamos disculpas permanentemente o demos las gracias sistemáticamente cuando nos sirven la comida.
Un claro ejemplo es el nivel de protocolo relacional observable en determinadas esferas políticas. Escohotado dice: “Educación significa que, aunque puedas robar, no robas”. Los protocolos y modales sutiles que se pueden apreciar en muchas personas que se dedican a la política no impiden el robo en múltiples casos concretos.
La riqueza tal vez se asocie mejor al bienestar que a este concepto de educación, y el bienestar se puede conseguir de diversas formas que no incorporan estos protocolos relacionales. Si la riqueza es una forma de bienestar, también existen distintos grupos de cazadores recolectores que alcanzan vidas satisfactorias a nivel grupal y personal, como ha podido relatar por ejemplo Sahlins en “La economía de la Edad de Piedra” [2].
Otro ejemplo es el del robo relativizado en algunos campos de concentración nazi, denominado como “organizar”[3], y con un grado de aceptación normalizado dentro de las dinámicas culturales que allí se produjeron. La relativización del robo no exime de educación a sus actores sociales, sino que forma parte de la misma al convertirse en una regla convencional que se transmite y difunde hacia la normalización y reproducción, y que también produce riqueza, una riqueza relativa a su contexto donde sí que los bienes materiales marcaban la diferencia en la búsqueda de la supervivencia.
Esto se debe a que no existe un país o sociedad sin educación, no existe un grupo humano donde no se transmitan conocimientos, estrategias relacionales, reglas convencionales, valores, actitudes, etc. Por eso cuando Escohotado dice “cuando un pueblo tiene educación…” vuelve a caer en el estereotipo y las comunidades imaginadas homogeneizadoras sin valor empírico.
“La riqueza es conocimiento”. La riqueza tampoco es conocimiento, la riqueza económica se ha basado históricamente en la fuerza, por ejemplo, muy asociada en otros grupos de primates al concepto de “Alfa” para la reproducción, y en humanos a la capacidad “política” para someter a otras personas más débiles intra e intergrupalmente, independientemente de su conocimiento.
La riqueza basada en el bienestar tampoco requiere de conocimientos protocolarios para dar forma a la acción social. El bienestar se puede producir de múltiples maneras, como la ausencia de preocupaciones graves, la satisfacción de las principales necesidades, la autorrealización, etc.
En definitiva, tal vez esto sea un conflicto ontológico, epistemológico y metodológico entre la filosofía y la antropología, que no siempre van de la mano.
[1] RAMÍREZ GOICOECHEA, E. 2011. “Etnicidad, identidad, interculturalidad: teorías, conceptos y procesos de la relacionalidad grupal humana”, Ed. Ramón areces, Madrid.
[2] SAHLINS, M. 1977 (1974). “La Economía de la Edad de Piedra”, Ed. Akal, Madrid.
[3] MORENO FELIU, P. 2010. “En el corazón de la zona gris”, Ed. Trotta. Madrid.
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